Si algo hacemos a lo largo del día y en numerosas ocasiones, es comer. ¿Te has parado a pensar en lo que comes, cómo lo comes, cuando lo comes y por qué lo comes?

 

Como en muchos otros aspcectos de nuestra vida, solemos funcionar en piloto automático, es decir, actuamos de forma mecánica sin darnos cuenta qué está pasando en el momento.

A pesar de tener cada vez más información sobre lo que tiene que ser una alimentación saludable, no conseguimos establecer una relación apropiada con la comida.

Los factores que no nos ayudan a tener una mejor relación con la comida son incontables:  entre ellos encontramos, la gran oferta de alimentos, la falta de tiempo, la presión social por un estereotipo de imagén, la publicidad, una intensa vida social, y por supuesto el estrés y nuestras dificultades para manejar las emociones.

Podemos etiquetar algunas de estas emociones: tensión, tristeza, miedo, aburrimiento, soledad, disgusto, estar malhumorado, excitación, frustración, resentimiento, ira, etc.

Si sentimos de forma muy intensa estas emociones, subirán en nuestro organismo los niveles de cortisol, hormona segregada por las glándulas adrenales (conocida como la hormona del estrés), y nos llevará a ingerir productos azucarados, fritos o salados.

En consecuencia, a la emoción que nos genera displacer sumamos la culpa y la vergüenza, entrando en el circulo vicioso al querer amortiguar las emociones incómodas, añadiendo más malestar al comer sin consciencia para seguir comiendo intentando aliviar ese malestar.

El hambre física, va a aparecer siempre gradualmente, respondes de forma más consciente a las sensaciones de hambre y de saciedad o incluso de hambre o sed, está localizada en el estómago, eliges aquello que es mejor para tu organismo, te centras en la textura, los colores y sabores y no te sientes avergonzado por comer.

El hambre emocional, aparece de forma súbita, busca sobretodo alimentos hipercalóricos para conseguir un alivio rápido, no disfrutas y casi no te das cuenta de lo que estás comiendo, no te sientes satisfecho aún estando lleno, es un ansia que no puedes quitarte de la cabeza, se acompaña de lamentar, culpar y avergonzarse.

Alternativas:

Podemos tener en consideración los siguientes aspectos extraidos del libro «Savor: Mindful Eating, Mindful Life» Dr. Lillian Cheung and Thich Nhat Hanh.

  • Lleva tu lista de la compra con los productos que te interesa comer.
  • No te saltes comidas, si no te sentirás más ansioso y con mayor sensación de vacio.
  • Reduce el tamaño de tu plato.
  • Aprecia tu comida, expresa gratitud por los alimentos que vas a tomar y por todo el proceso hasta llegar a tu mesa.
  • Trae todos los sentidos al acto de comer: colores, texturas, identifica ingredientes, aliños, condimentos cuando mastiques.
  • Da pequeños bocados y mastica apreciando las sensaciones que te transmiten los alimentos.
  • Deja el cubierto sobre la mesa hasta que termines de masticar.

 Y sobretodo desarrolla una actitud de no juicio, de amabilidad, aún cuando sepas que todavía te falta camino para aprender a no comer en piloto automático.